segunda-feira, 9 de julho de 2012

NASA PLANEJA ESTUDAR PORTAIS MAGNÉTICOS QUE CONECTAM O SOL COM O PLANETA TERRA


En 1998 se descubrieron “portales” en la estructura del tiempo-espacio que conectan a la Tierra con el Sol. Llamados Puntos X o regiones de electrones difusos, son lugares en los que se forma un camino ininterrumpido entre nuestro planeta y la atmósfera del Sol a 93 millones de millas de distancia.

Observaciones del explorador THEMIS sugieren que estos portales se abren alrededor de cada 8 minutos y están localizados a decenas de miles de kilómetros de la Tierra, donde el campo geomagnético se encuentra con la estampida del viento solar. Enormes cantidades de partículas fluyen a través de estas aperturaas, calentando la atmósfera de la Tierra y detonando tormentas generadoras de auroras en los polos.

Ahora la NASA está planeando una misión para estudiar estos portales: MMS, Misión Magnetoesférica a Multiescala.

El problemaque se enfrenta esta misión es encontrarlos, ya que son invisibles, inestables y elusivos. Los portales se forman debido a una reconexión magnética en la que se unen líneas de fuerza del Sol y la Tierra; esto ocurre en diferentes lugares repentinamente. Sin embargo, usando información de la nave exploradora Polar, científicos han ubicado 5 combinaciones de campos magnéticos y partículas energéticas que permiten definir donde ocurrirán estas aperturas.

“Es un atajo digno de los mejores portales de la ficción, sólo que esta vez los portales son reales. Y con stas nuevas señales, sabemos cómo encontrarlos”, dice Jack Scudder de la Universidad de Iowa.

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A CADA 8 MINUTOS ABRE UM PORTAL MAGNÉTICO ENTRE O SOL E O PLANETA TERRA


Cuando termines de leer este artículo se habrá abierto un portal de energía entre la Tierra y el Sol. No se trata de una etérea aseveración propia del New Age y su proliferación de vagos vórtices espirituales bajo cualquier pretexto o alineación astrológica. Se trata de una sorpresiva observación científica realizada por astrofísicos de la NASA.

Hablamos de un “flux transfer event” (evento de transferencia de flujo), que conecta al Sol, a 93 mil millones de kilómetros de distancia, con la Tierra, y permite la entrada de una enorme cantidad de partículas de energía.

“Solíamos pensar que la conexión era permanente y que el viento solar podía penetrar la atmósfera de la Tierra cada vez que estuviera activo. Pero estábamos equivocados, las conexiones no son para nada estables. Son generalmente breves, llameantes y muy dinámicas”, dijo David Sibeck del Goddard Space Flight Center de la NASA.

El campo magnético del Sol presiona al campo magnético de la Tierra en su lado más cercano al Sol, fusionándose aproximadamente cada 8 minutos, formando un portal en forma de cilindro a a través del cual pueden fluir las partículas.

Las sondas THEMIS y Cluster han observado directamente estos portales cilíndricos, que llegan a ser tan amplios como la Tierra, encontrando que tienden a formarse sobre el Ecuador y luego se mueven hacia los polos. Los eventos de transferencia de flujos se mueven hacia el Polo Norte en diciembre y hacia el Polo Sur en julio.

Sibeck piensa que la frecuencia con la que están ocurriendo estos “eventos” es el doble de la que se pensaba y que los hay “activos” y “pasivos”, pero que no se sabe bien en qué consisten. Tampoco puede decir por qué suceden cada 8 minutos.
Aunque al parecer no está relacionado, es curioso que la luz del sol tarde 8:18 minutos en llegar a la Tierra. Pensando un poco fuera de la caja e incursionando en la sincronía simbólica, tal vez los portales magnéticos reflejan un ritmo cósmico de inhalación o pulsación: una puerta que se abre y se cierra cada 8 minutos; también, una armonía matemática: el 8 como número que rige la relación entre nuestro planeta y su fuente de energía.

La forma del número 8 remite a dos cosas: a un par de serpientes enroscadas, como en el caduceo de Hermes, y también a las órbitas de los cuerpos celestes.

Es posible seguir jugando y pensar que cada 8 minutos recibimos un paquete de alta energía del Sol, el cual podría reconfigurar nuestro propio campo electromagnético y quizá hasta nuestras células. Como si cada 8 minutos hubiera una ola luminosa en el mar del aire y nosotros, como un surfer que aguarda el momento preciso sobre su tabla, podemos deslizarnos por esa ola hacia la playa.

El trabajo de Paul LaViolette demuestra que el centro de la galaxia emite olas de rayos cósmicos y rayos gamma a diferentes intensidades según un comportamiento cíclico. Estos rayos penetran la heliósfera y hacen que el Sol emita a su vez rayos cósmicos que penetran la magnetósfera de la Tierra. Cada tanto el centro de nuestra galaxia emite una “superola” de partículas de alta energía, la cual podría ser responsable de los grandes cambios climáticos en la historia de nuestro planeta. LaViolette calcula que en los próximos 100 años una de estas superolas debería de estar llegando a nuestro sistema solar. Alrededor de 8 minutos después estaría entrando en nuestra atmósfera transformando la faz del planeta.

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O SOL É O SIMBOLO DO OURO ALQUÍMICO



Siempre los alquimistas hablaban de la música de las esferas como una armonía que guía el movimiento del cosmos al reproducir la partitura matemática holográfica del diseño divino. El Sol es el símbolo del oro alquímico, el principio áurico que rige las leyes de nuestro universo.

Y aunque esta música o ruido magnético no es precisamente lo que se piensa como esa música astral que conmueve el espíritu, nos permite apreciar la hipnótica fuerza que emana el campo magnético del sol, la misma energía que alimenta nuestra vida en la Tierra.

Astrónomos de la Universidad de Sheffield han logrado grabar por primera vez una serie de armónicos producidos por los campos magnéticos en la atmósfera exterior del astro rey. Inmensos loops magnéticos se desdoblan vibrando como las cuerdas de un instrumento musical vertiginoso (como diría el autor gnóstico conocido como Hermes, todo el universo es vibración, algo que recupera la teoría cuántica de las supercuerdas).

Estos loops magnéticos (o loops coronales) en ocasiones se comportan como ondas de sonido atravesado un instrumento de viento. Los científicos usaron imágenes satelitales para recrear el sonido convirtiendo las vibraciones visibles en sonidos y acelerando la frecuencia para que sea audible para el oído humano (según los principios de la alquimia pitagórica, la música de las esferas es justamente la radiación del silencio).

El profesor Robertus von Fáy-Siebenbürgen, director de física solar de la Universidad de Sheffield, dijo: “Es extrañamente hermoso y excitante oír estos ruidos por primera vez de una fuente tan poderosa”.

En una obra de Rudolph Steiner se habla de unos dragones que habitan en el Sol, los cuales mantienen una extraña conversación con los peregrinos astrales.

“Es un tipo de música, ya que tiene armónicos [...]. Nos provee de una nueva forma de aprender del Sol y abre una ventana a la física que ocurre dentro de sus capas exteriores, donde las temperatura es de millones de grados”, dijo von Fáy-Siebenbürgen.

Sí, la música más caliente, tal vez para tener sexo cósmico bajo los principios magnéticos de la ley de la atracción, la tormenta del sol en el tallo de jade en su viaje al cáliz del loto azul.

Los loops coronales parecen estar involucrados en la producción de llamaradas solares que emiten partículas de alta energía al espacio, creando lo que se conoce como la meteorología especial. Cuando esta se incrementa y se producen tormentas solares, la Tierra y todo los sitemas eléctricos pueden verse seriamente afectados.

En estos momentos la calma del Sol, la relativamente callada música de sus lenguas magnéticas, vaticina que se avecinan niveles de actividad magnética sin precedentes en los próximos años, probablemente produciéndose una mega tormenta para el 2012 o 2013.

Estudiar la música del Sol podría ayudar a predecir las tormentas solares.

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SONORIZANDO SUPERNOVAS



El proyecto “Ritmos del Universo” de Mickey Hart, ex Grateful Dead, busca sonorizar el universo traduciendo en audio las ondas electromagnéticas de los fenómenos cósmicos

Históricamente el espectro de los fenómenos cósmicos nos ha acostumbrado a espectáculos visuales de increíble belleza. Sus manifestaciones se desdoblan en una épica estética que nos ayuda a recordar nuestro papel en el universo (somos entidades, siempre asombrables, que observan a través de la conciencia). Sin embargo, hasta ahora el plano auditivo de estos escenarios galácticos se ha mantenido relativamente descuidado.

El proyecto “Ritmos del Universo” se propone responder a preguntas tan seductoras como: ¿A qué suena una supernova? ¿Cuál es el legado sonoro de un cometa? O incluso ¿De donde surge el audio que entretiene al oído divino? Una idea original de Mickey Hart, ex percusionista de la banda Grateful Dead, esta iniciativa contempla la sonorización del universo.

Se trata de convertir las ondas electromagnéticas, captadas dentro de la investigación tradicional en torno a las supernovas, en sonido. Esta data incluye altas y bajas frecuencias que son “disminuidas y comprimidas en formas de audio”. El resultado son vibraciones profundas contrastadas con sonidos más ruidosos. Tras este proceso Hart compuso tracks utilizando el audio galáctico. Su composición fue interpretada en un sistema de sonido especial, acompañado por imágenes extraídas de los archivos de la NASA, dentro de Cosmology, una conferencia realizada el pasado 13 de enero en Playa del Carmen, México, y organizada por el Berkeley Center for Cosmological Physics (BCCP).

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EXPLOSÕES DE SUPERNOVAS SE CONVERTE EM SONATA


La luz más brillante del universo traducida en sutiles sonidos, para crear una versión mundana de la música de las esferas.
 
El video es una grabación musical de tres años secuenciales de explosiones de supernovas de tipo 1a, que son causadas cuando estallan las estrellas enanas blancas. Alen Parker de la Universidad de Virginia y Melissa Graham de la Universidad de UC Santa Barbara asignaron a cada estallido un instrumento y una nota musical dependiendo de sus propiedades.
 
Las 241 supernovas musicalizadas en el video corresponden a datos del telescopio francocanadiense Hawai -con cada segundo de video equivalente a cerca de 2 semanas de tiempo real- que detectó estas explosiones entre abril del 2003 y agosto del 2006. El sonido de las estrellas fue ensamblado así:
 
Volumen: distancia: el volumen de la nota está determinado por la distancia a la supernova, con las supernovas más lejanas siendo más débiles y calladas.
 
Tono: alcance: el tono de la nota fue determinada por el “alcance” de la supernova, una propiedad que muestra cómo la supernova brilla y se desvanece. Altos niveles de alcance se tocaron como notas más altas.
 
Instrumento: masa de galaxia huesped: el instrumento en el que la nota se tocó fue determinado por las propiedades de la galaxia en la que se encuentra la supernova.
 
De esta manera tenemos conformada esta orquesta: espejo sónico de estrellas.
 
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AS ESTRELAS SÃO SERES CONSCIENTES

 
La ciencia de la conciencia de las estrellas: desde milenios atrás la mente religiosa ha considerado la posibilidad de que las estrellas sean seres conscientes, ahora la ciencia retoma esta resplandeciente posibilidad

La idea de que los cuerpos celestes tienen conciencia resulta disparatada para la ciencia establecida, pero no para la religión y la filosofía hermética que desde hace miles de años han estudiado secretamente esta posibilidad. Decirle a un científico que el Sol tiene conciencia de sí mismo y posee una voluntad sería inmediatamente recibido como la declaración de una conciencia primitiva, enteramente animista –de la que la ciencia se enorgullece de haber superado hace siglos. Y sin embargo esta intuición poética de una inteligencia cósmica ha atravesado el tiempo, reapareciendo en mentes diversas, resistiéndose a ser domesticada, como una salvaje conexión con lo que el poeta Allen Ginsberg llamó ”la estrellada dinamo de la maquinaria de la noche”. Las voces de las estrellas en nosostros son difíciles de callar del todo.

Ahora resurge dentro de la misma ciencia legitimada que ha sanitizado las ideas, pero que ante la incomensurabilidad del cosmos y las propiedades “espectrales” de la materia subatómica, de vez en cuando debe recurrir a la imaginación para intentar entender el universo. El Dr. Gregory Matloff, académico del New York City College of Technology, planeta la hipótesis de que la conciencia estelar podría resolver el enigma de por qué las estrellas giran alrededor de los centros galácticos a una velocidad superior a la que se esperaría si solo se cuenta la materia observable del universo. Generalmente se conjura la existencia de la materia oscura para explicar el movimiento estelar, pero la materia oscura permanece elusiva e indetectada –por lo pronto materia de ciencia ficción. Matloff se sirve de la ciencia ficción para proponer una teoría de la conciencia estelar para explicar la velocidad de las estrellas: en su novela Star Maker, Olaf Stapledon juega con la idea de que las estrella podrían tener una forma de conciencia. Matloff considera plausible, aunque acepta que no existen pruebas concluyentes, que las estrellas mantienen su posición galáctica a través de la acción volitiva, apelando al efecto Casimir como explicación generadora esta conciencia estelar.

Una posible explicación física para la moción estelar anómala es la psicokinesis. La hipótesis presentada aquí es que la “mente” o la conciencia de una estrella sintiente puede actuar directamente sobre las propiedades físicas (en este caso la velocidad galáctica) de la estrella.

Aunque no se pretende que la psicokineses sea parte de la física establecida o la psicología, al menos un estudio teórico indica que es posible dentro del marco aceptado de la mécanica cuántica.

De acuerdo a los argumentos presentados en este estudio, la conciencia (o la mente) puede influir directamente en las propiedades de un sistem físico utilizando la energía presente en las fulctuaciones de la mecánica cuántica. La conciencia podría hacer esto afectando el colapso de la función de onda en el sistema hacia un estado cuántico deseado.

Seguramente esto suena como herejía para el mainstream de la ciencia, pero si concedemos que el misterio del universo de ninguna manera ha sido resuelto y que es una propiedad fundamental, al menos de la realidad humana, ver reflejado en el mundo lo que pensamos sobre el mundo, esta teoría resuena con fibras profundas de formas de conocimiento alternativos, como puede ser la intuición o la imaginación poética. Matloff, sin embargo, intenta formular un argumento científico para explicar el surgimmiento de la conciencia en los hornos de las estrellas:

Los conceptos desarrollados en este trabajo aceptan que la conciencia, como la gravedad, está adherida a la estructura del universo. Como la gravedad no puede ser explicada invocando a la materia y a los campos de manera independiente; requiere de su interacción.

Varias teorías de la conciencia orgánica basadas en la física cuántica postulan que un campo universal de conciencia interactúa con nanoestructuras eléctricas dentro del sistema nervioso. En animales como el ser humano el espacio intersináptico de~20-nm dentro de la estructura neuronal del cerebro ha sido analizado por Evan Harrus Walker como la locación de los eventos a nivel cuántico que contribuyen a la conciencia. Pero todas las células eukaryotas contienen microtúbulos. Como es sugerido por Lynn Margolis, una forma de “conciencia microbial” podría estar basada en estas nanoestructuras.

Un aceracamiento desde el efecto Casimir a la conciencia estelar. Se asume que la interacción dentro de las fluctuaciones cuánticas produce una forma de conciencia en todos los enlaces moleculares, aunque esta es más débil que las formas de conciencia afectadas por las interacciones de las fuctuaciones del vacío con las nanoestructuras orgánicas como los microtúbulos y el espacio intersináptico.

En otras palabras, la conciencia sería una propiedad emergente del vacío cósmico, el cual se comporta de la misma forma que las partículas discretas de energía (quantums). Este panpsiquismo tendría diferentes interacciones, de mayor o menor fuerza, según la complejidad de las moléculas que se forman. El “yo” que identificamos con la conciencia no es una propiedad fundamental de ésta sino una consecuencia de una forma de autopercepción de la misma.: la conciencia existe antes y más allá de un ente que la integre o identifique como suya.

Matloff se cuestiona cómo comunicarnos con estas hipotéticas inteligencias estelares cuyas vidas son tan largas que un siglo nuestro les parecería menos de un segundo. E incluso como prevenir una guerra entre inteligencias planetarias e inteligencias astrales.

Otros científicos ya se han hecho las mismas preguntas. Recientemente el biólogo Ruper Sheldrake en su libro La Física de los Ángeles:

Nuestro acercamiento a un nuevo paradigma científico (ya no mecánico) es con la idea del universo como un organismo viviente. El Big Bang describe el origen del universo como una pequeña, indiferenciada unidad. Luego el universo evoluciona y crece y nuevas formas y estructuras aparecen a su interior. Esto se da más como un organismo que como una máquina. La vieja idea de la Tierra muerta ha dado paso a Gaia, la idea de la Tierra viviente. La vieja idea del universo sin creatividad, ha dado paso a la evolución creativa. Primero en el reino de las cosas vivas, por Darwin, y ahora vemos que todo el cosmos está en proceso de evolución creativa. Así que si todo el universo está vivo, si el universo es como un gran organismo, entonces todo lo que contiene se entiende mejor como organismos que como máquinas.

La segunda pregunta que viene a la mente es: bueno, si el universo está vivo, si los sistemas solares y las galaxias y los planetas están vivos, ¿también están conscientes? ¿O están vivos pero no tienen conciencia, de la misma forma que tal vez una bacteria puede estar viva pero no tiene conciencia? ¿ El tipo de vida que puede existir en el cosmos tiene más conciencia que nosotros, o presumimos que es mucho menos conciente que nosotros? ¿Somos los seres más conscientes que existen en el universo? La respuesta común de la ciencia es que sí. Yo creo que esa es una presunción muy poco probable. Así que si llegamos a la idea de muchas formas distintas de conciencia, si la galaxia tiene vida y conciencia, entonces debería de tener una conciencia mucho mayor que la nuestra —mayor en extensión, mayor en sus implicaciones y poder y mayor en la expansión de su actividad. Esto desde el punto de vista de la ciencia es una idea ridícula, porque la ciencia ha erradicado la conciencia de cualquier otro lugar en el universo que no sea el cerebro humano.

La idea de que los planetas pueden ser seres conscientes es central a la mayoría de las religiones primitivas: se concibe a la naturaleza como un ser inteligente, con el cual se puede establecer una comunicación (y marca un ritmo) o es una Gran Madre que provee alimento material como espiritual (las almas son como ramas de un árbol invisible cuya raíz está en el centro de todas las cosas). La filosofía gnóstica concibe al planeta como la manifestación de una diosa (o demiurgo benigno): Sophia (actualmente Gaia Sophia) y al sistema solar como la creación-encarnación de una serie de espirítus tutelares conocidos como Arcontes equivalentes a los planetas ( y a etapas de conciencia: eones). A grandes rasgos, el gnosticismo considera que estamos dentro de la mente de estas entidades planetarias que diseñan una especie de juego o misión divina (muchas veces similar a una matriz de realidad virtual) para nosotros, que somos extensiones de su conciencia. Phillip K. Dick da voz al Arconte en su novela The Three Stigmata of Palmer Eldritch:

Lo que quiero decir es que me convertiré en todas las personas del planeta…Seré todos los colonos mientras arriban y empiezan a vivir aquí. Guiare su civilización. Es más, seré su civilización.

El místico francés Eliphas Levi escribió “Dentro de los soles recuerdan todo; dentro de los planetas olvidan”, tal vez en esta frase radiante de platonismo esté la clave del enigma. ¿Vivimos en la mente de un planeta observando las luces en las estrellas a distancia, como si intentaramos deletrear algo que olvidamos: nuestro nombre? No es mi intención tratar de agotar el misterio de la conciencia o de la relación entre una forma de vida y la matriz que la genera. Al contrario, la intención es despertar el asombro y motivar a la reflexión que atraviesa su propio espejo: nos preguntamos en la noche, observando las estrellas, sobre nuestro origen y nuestra esencia, nos hacemos las eternas preguntas, y de alguna manera sospechamos que las estrellas tienen la respuesta.

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